BUSCAN SALVAR SU VIDA

    Artículo de AHMAD REFAT TAWFIQ Y ANA MARÍA RODRÍGUEZ, responsables de las áreas de Internacional y de Igualdad de CCOO de Asturies, respectivamente, con motivo del 20 de Junio, Día Mundial del Refugiado, publicado por el diario "El Comercio"

    20/06/2017.

    ¿Necesita la sociedad un día para recordar el drama que día tras día abre las noticias en los medios de comunicación? Todos tenemos en la retina a Aylan Kurdi, el niño ahogado que sacudió la conciencia del mundo ante el drama de las personas que huyen de su hogar, ese aciago día se septiembre de hace casi 2 años. Sin embargo, nada ha cambiado desde entonces.
     
    Hablemos de los refugiados. No podemos aceptar que las fronteras creadas por el hombre sean armas de destrucción masiva, que en los últimos cinco años acabaron con la vida de miles de seres humanos. No son terroristas ni fanáticos, son las primeras víctimas del terrorismo, y el fanatismo lo sufren a diario.
     
    Los gobiernos parecen hacer caso omiso de este drama y miran hacia otro lado o peor aún, ponen parches que quieren vendernos como soluciones. Seguro que, a pesar de sus acciones nada humanitarias, reivindican la fecha de hoy: 20 de junio, Día Mundial de los Refugiados, que lleva celebrándose desde 2001.
     
    Las políticas de acogida brillan por su ausencia. Se establecen acuerdos que no respetan los derechos humanos, como es la firma del Tratado por parte de los líderes de los 28 países de la Unión Europea con Turquía en el  que todos los que llegaron "ilegalmente" por mar a Europa a partir del 20 de marzo de 2016 son internados en centros cerrados, a la espera de ser retornados a Turquía, que ahora se considera "un tercer país seguro". Esto significa que el perseguido debe pedir asilo allí. Además de vergonzoso e ilegal, pone en un mayor riesgo a las personas migrantes y refugiadas, justificando su devolución a un país como Turquía que ha demostrado que no garantiza los derechos humanos y la adecuada pro­tección que merecen.
     
    El conflicto sirio ha sido el detonante de esta crisis inédita en Europa, sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Pero no podemos olvidarnos  que en el mundo hay 65 millones de personas desplazadas y refugiadas. Viven en países con ingresos bajos o medios, según informa ACNUR. Instalados en las ciudades, sin recibir ayuda de Gobiernos o agencias humanitarias, poco presentes fuera de los campos de refugiados. Los conflictos se cierran y se vuelven a abrir y no se hacen políticas para atacar las causas.
    Vayamos a la raíz de este drama mundial. La excusa es acabar con algunos regímenes autoritarios. Pero occidente no usa la misma vara de medir, aplaudiendo y haciendo tratados comerciales con algunos países conocidos por sus dictaduras y no reconociendo resultados de elecciones democráticas cuando los resultados no son favorables.  
    Cuando los gobiernos occidentales apoyaron el inicio de los enfrentamientos bajo el pretexto de apoyar cambios hacia la democracia, "su democracia", no tuvieron en cuenta las consecuencias de sus actos ni la composición social de estos países, que paradójicamente se encontraban socialmente más estables que ahora con la ideología nacionalista árabe. Modificar estos equilibrios condujo a las sangrientas guerras civiles que se están viviendo.  La culpa nadie la quiere, pero es evidente que con el pretexto de liberar a la población de sus dictadores, unos intervinieron y otros apoyaron o financiaron, pero la inmensa mayoría da la espalda y mira hacia otro lado ante el sufrimiento.
    Las personas refugiadas no buscan mejorar sus vidas, con todo el derecho a hacerlo, buscan salvarlas escapando de una muerte segura, de la tortura, del hambre y del terror diario. Familias enteras, niños y niñas, mujeres, personas mayores? dejan atrás todo, arriesgan su vida (muchos quedan por el camino desgraciadamente) para alcanzar una tierra segura aunque sea en campamentos en condiciones infrahumanas. Son tratados y tratadas como mera mercancía, vulnerando la normativa sobre Derecho de Asilo.
    El Estatuto del Refugiado se redactó cuando éramos los europeos los que huíamos. Pero a la vista de la situación podemos manifestar que los gobiernos del continente están siendo cómplices por omisión de auxilio de esta gigantesca tragedia. El Mediterráneo se está convirtiendo en la última morada de aquellos que pretendían vivir lejos de la miseria y la metralla. Solo se considera refugiados a aquellos que huyen de conflictos, pero no de los efectos del cambio climático, los desastres naturales y el hambre.
    España no cumple su compromiso de dar asilo a 17.000 refugiados y refugiadas. Sin embargo, a día de hoy solo han llegado a nuestro país poco más de 1.200. Por eso nos manifestamos el pasado sábado en Gijón, porque como decía el lema de la protesta "Acoger ye natural", porque "huir de la guerra no es ilegal". Desde CCOO demandamos generosidad y rigor con esta crisis. Se lo demandamos al Gobierno central, que ha incumplido lo pactado.
    Las migraciones no se paran con muros y leyes, sino resolviendo situaciones terribles en los lugares de origen. Se tienen que cumplir los compromisos de acogida y en primer lugar el Gobierno español debe dar ejemplo. La cuantía de rescatar a 17.000 personas refugiadas no es nada comparado con el coste de rescatar a cualquier entidad financiera. Esta sociedad está enferma si se permite medir la vida humana en términos económicos y contables.
    Los derechos humanos no son negociables y la resolución de la crisis de las personas refugiadas es una cuestión de justicia y solidaridad.