SOS: peligro de involución

  • Tribuna de José Manuel Zapico, secretario general de CCOO de Asturias, en la Revista Trabajadora

LA EPIDEMIA  nos ha puesto contra las cuerdas y nos ha recordado muchas cosas, pero permitidme que destaque tres. En primer lugar, que lejos de ser invencibles, los seres humanos somos vulnerables, y “tu destino está en los demás”, como escribía José Agustín Goytisolo en su poema "Palabras para Julia". La segunda lección son las dramáticas consecuencias de los recortes en los servicios públicos que impuso irresponsablemente la derecha. Y, finalmente, la importancia de disponer de políticas industriales capaces de garantizar sectores estratégicos para nuestra economía.

23/11/2020.
Tribuna del secretario general de CCOO de Asturias en la Revista Trabajadora

Tribuna del secretario general de CCOO de Asturias en la Revista Trabajadora

Las mujeres son las que más han dado la cara frente al virus: han protagonizado la primera línea de defensa frente a la covid-19 (ellas suponen el 75% del personal sanitario en nuestro país) y han sido las encargadas de garantizar el funcionamiento de buena parte de los servicios esenciales durante las semanas más duras (limpieza, dependencia, alimentación, servicios…). 

Y si bien es cierto que las consecuencias del coronavirus son aún una incógnita, nadie puede cuestionar que la pandemia se ha convertido en un auténtico riesgo de involución para las conquistas de las mujeres. 

El balance es demoledor: ellas asumen los cuidados, sus puestos de trabajo son más frágiles, apenas están presentes en la toma de decisiones en las empresas y sufren, además, otra pandemia en la sombra: la violencia. Durante el estado de alarma, la convivencia con quienes maltratan incrementó exponencialmente la violencia machista. El coronavirus ha causado muerte y destrucción, pero también ha puesto sobre la mesa las vergüenzas de nuestra sociedad, empezando por la desigualdad.

De hecho, el confinamiento ha supuesto un terrible viaje al pasado: si antes buena parte de las tareas familiares recaían en exclusiva sobre las mujeres (dedican más del doble de horas que los varones), el confinamiento supuso que esta desigualdad se multiplicara. La situación se ha convertido en una especie de laberinto de cristal que ha impedido a la mayoría de mujeres desarrollar con normalidad sus profesiones. Y se ha producido sin excepción, porque ni tan siquiera en los sectores más cualificados se ha roto esta dinámica. Un dato: mientras la investigación científica que impulsaban las mujeres caía en picado durante el confinamiento, la de los hombres aumentó. 

El teletrabajo no es café para todos. Para la mayoría no hay más alternativa que el trabajo presencial. El esquema es sencillo: a salario más bajo, menores opciones de trabajar desde casa y mayores de caer en el desempleo. Y esto pone el foco en las mujeres y en las personas más jóvenes.

La precariedad, una de las características del mercado laboral en nuestro país, se ha convertido en una bomba de relojería tras el coronavirus, porque hay muchas familias en las que la elección es binaria: confinarse o comer. 

 

Recordemos que en nuestro país hay más de 12 millones de personas en situación de vulnerabilidad (con ingresos anuales inferiores a 8.871 euros). La mayoría son mujeres y con menores a su cargo. Hace más de una década que explotó la crisis financiera, consecuencia inevitable de la combinación de avaricia y desregulación, y aún no hemos logrado recomponernos de los daños; de hecho, si algo se ha universalizado en estos años ha sido la pobreza. 

Así que una vez más a las Comisiones Obreras nos toca dar la cara, y tenemos que actuar ahora en tres sentidos para evitar retrocesos en los tímidos avances producidos hacia la igualdad de género. El primero, fortaleciendo el movimiento feminista para que el 8 de Marzo sea una movilización constante y en todos los ámbitos donde se producen brechas de género. El segundo, peleando, centro de trabajo a centro de trabajo, para que las leyes que contemplan la igualdad retributiva entre mujeres y hombres, la elaboración y registro de planes de igualdad o el derecho a la conciliación pasen del BOE a una realidad cotidiana, con la corresponsabilidad como norma. El tercero, arrancando medidas, a través del diálogo social, como la nueva figura creada recientemente en Asturias de “agentes delegadas de igualdad”, cuya función es mejorar el cumplimiento de la normativa sobre igualdad en el ámbito laboral. 

Y también nos toca seguir dando ejemplo. Es la hora de un sindicato feminista.