De las huelgas del 62 a hoy

  • Tribuna de José Manuel Zapico, secretario general de CCOO de Asturias, en "El Comercio", con motivo del 60 aniversario de las huelgas del 62

15/09/2022.
De las huelgas del 62 a hoy

De las huelgas del 62 a hoy

Este 16 de septiembre tenemos una cita con la historia, pero también con el presente. Será en Mieres, donde recordaremos y celebraremos el sesenta aniversario de las huelgas del 62, con varios actos sindicales, que contarán con la presencia del secretario confederal de Comisiones Obreras, Unai Sordo.

Como nos recuerda el testimonio de quienes vivieron en primera persona aquel episodio, las huelgas del 62 representaron mucho más que una protesta reivindicativa de carácter laboral, que venía a poner de manifiesto las deplorables condiciones de trabajo y de vida que sufría la inmensa mayoría de la clase trabajadora de nuestro país. Asturias fue entonces una luz, el faro que iluminó y orientó la revuelta, el epicentro de la protesta. El símbolo de la lucha contra la dictadura y por los derechos laborales y las libertades ciudadanas.

Como recordaba Manuel Vázquez Montalbán en el prólogo a “Las huelgas de 1962 en Asturias”, coordinada por el historiador Rubén Vega y editada por la Fundación Juan Muñiz Zapico (Montalbán, precisamente, que había sido condenado a tres años de cárcel por manifestarse en Barcelona a favor de los huelguistas asturianos, gritar “Huelga General” y cantar el Asturias Patria Querida), aquel fue “uno de los empeños más emotivos y racionales de la clase obrera española cuando se la reclamaba como el sujeto histórico de cambio”. En tiempos de durísima represión, “los mineros de Asturias eran el fundamental referente de la capacidad de resistencia popular a lo largo de los años setenta”.

Hombres y mujeres que protagonizaron la lucha contra la dictadura, ya que ellas también jugaron un papel fundamental para sostener las movilizaciones, las huelgas y a las familias.

Una historia que no siempre se ha querido conservar, que interesadamente se ha ocultado para quitarle el protagonismo que tuvo la clase trabajadora organizada para traer a este país un sistema democrático, siendo sustituida por una visión “elitista” de determinadas personalidades políticas. Por eso hay que reivindicarla. Y seguir explicándola a las generaciones venideras que no tienen por qué saber el precio tan alto que pagaron tantas personas en aquella lucha por conseguir derechos y libertades que ahora disfrutamos.

Por eso estamos aquí, porque el presente es producto del pasado, heredero de la historia. Y hoy también, salvando las distancias, la clase trabajadora, con CCOO al frente, como primer sindicato de nuestro país, sigue en la reivindicación laboral, luchando por el empleo decente y sueldos dignos. Porque no nos resignamos al paro, la precariedad y la pobreza. En un momento extraordinariamente delicado como el que vivimos, con la inflación desbocada, con los precios por las nubes y los salarios por los suelos, tenemos que hacerlo aún más, para que los trabajadores y trabajadoras no paguemos los platos rotos de una crisis que no hemos generado, y de la que hay quien se beneficia insolidariamente, como el oligopolio eléctrico, las grandes empresas petroleras o los grupos que dominan el mercado de la alimentación que imponen sus precios a mayor beneficio de unos pocos y a costa de la desigualdad para la mayoría social del país. Antes se luchaba contra una dictadura política, hoy contra una dictadura de oligarcas económicos. La estafa del siglo.

Y siguen las huelgas, como la que protagonizan las trabajadoras de ayuda a domicilio, que llevan semanas reclamando dignidad en el trabajo, salarios suficientes, condiciones dignas. Hablo de este caso por su ejemplaridad, pero han sido muchas las huelgas que en los últimos años merecen el reconocimiento. Porque, al igual que aquellas del 62 que hoy rememoramos, son conflictos que trascienden lo laboral y vienen a ayudar en la mejora de la vida social del conjunto de la clase trabajadora. Que nos hacen avanzar.

Y también hoy, como entonces, seguimos reivindicando derechos, como el de un Estatuto de Autonomía para Asturias acorde a los tiempos y a las necesidades sociales y políticas del presente. Y defendiendo también una democracia acosada por la extrema derecha (que no solo no luchó por conquistarla sino que intentó boicotearla) y que al igual que Vladimir Putin o Donald Trump son ultraliberales en lo económico y ultranacionalistas en lo político, negando derechos fundamentales como la igualdad entre mujeres y hombres.

Hoy, como entonces, seguiremos luchando por el empleo decente y por la vida plena. Por fortalecer la democracia frente a los que la amenazan. Por Asturias, para cambiar las cosas a través de la fuerza organizada de la clase trabajadora.