Comisiones Obreres d'Asturies | 28 marzo 2024.

A vueltas con la reforma laboral

  • Tribuna de José Manuel Zapico, secretaría general de CCOO de Asturias, en "La Nueva España"

Dentro de unos meses, el 10 de febrero de 2022, se cumplirán diez años de la reforma laboral impuesta por el Partido Popular y que Luis de Guindos presentó en Bruselas como “extremadamente agresiva”. No faltó a la verdad porque fue un hito para el despido libre, el desmantelamiento de derechos laborales o la universalización de la precariedad en nuestro país. Así que la mejor noticia que podríamos tener antes de su aniversario es su derogación. 

08/12/2021.
Tribuna del secretario general de CCOO de Asturias sobre la reforma laboral

Tribuna del secretario general de CCOO de Asturias sobre la reforma laboral

El Gobierno del PP nos presentó la reforma como la fórmula para crear empleo pero la realidad fue bien diferente: solo durante el primer año de aplicación en Asturias se perdieron más de 18.000 empleos y superamos las 107.000 personas sin trabajo, la cifra más alta al menos desde 1980. 

La reforma laboral fue una auténtica carta a los Reyes Magos para la patronal: nunca fue más sencillo despedir, incluso suprimió la exigencia de autorización en el caso de los despidos colectivos, y las empresas, incluso con beneficios, pudieron tomar decisiones unilaterales y deslocalizarse. Y no dudaron en hacerlo, como ocurrió con Vesuvius.

Pero también fue un caballo de Troya que desmontó aspectos esenciales para la protección de los trabajadoras y trabajadores. Las relaciones laborales son desiguales por definición: hay una parte que concentra casi todo el poder (la empresa) y por eso es importante que existan mecanismos que permitan un mayor equilibrio de fuerzas, para que haya justicia y equidad en la empresa, evitando abusos y situaciones de claro dominio. Por eso prevalecía el convenio del sector sobre el de la empresa, para impedir que en las más pequeñas, donde los trabajadores y trabajadoras tenemos menos fuerza, hubiera condiciones leoninas. O se garantizaba la vigencia del convenio hasta que no hubiera otro nuevo, para evitar que la patronal tuviera el privilegio del bloqueo del convenio y los trabajadores y trabajadoras tuviéramos congelados nuestros sueldos durante años. 

Todo esto desapareció. La reforma laboral dio prioridad a los convenios de empresa y dejó a los pies de los caballos a las plantillas de las empresas más pequeñas, que vieron cómo se imponía la ley del más fuerte (la empresa) modificando a capricho las condiciones laborales. Para darse cuenta de la relevancia de esto conviene no perder de vista un dato: en Asturias el 96% de las empresas tiene menos de 10 trabajadores y trabajadoras.

La devaluación salarial fue otra gran puñalada de la reforma laboral. La hoja de ruta de la patronal se hacía realidad: “había que trabajar más y cobrar menos para salir de la crisis”, como resumió aquel presidente de la CEOE que nos pedía esfuerzos pero acabó en prisión condenado por estafa, fraude a Hacienda, blanqueo de dinero y alzamiento de bienes. 

Otro de los “éxitos” de la reforma laboral fue desmantelar la ultraactividad de los convenios. De esta forma, se impidió que los convenios estuvieran vigentes hasta que hubiera uno nuevo. La patronal se hacía con un nuevo privilegio más: el bloqueo de la negociación colectiva sine die y la congelación de sueldos por la vía de los hechos. Ahí tenemos el caso paradigmático de la hostelería en Asturias, insaciable para pedir ayudas pero que bloquea la negociación del convenio desde hace diez años y, por tanto, condena a miles de trabajadores y trabajadoras a ver con impotencia cómo sus salarios valen cada vez menos. 

La reforma laboral fue un chollo para las empresas y una tragedia para la gente trabajadora, que hemos visto cómo se recortaban nuestros salarios, retrocedíamos en nuestros derechos, empeoraban nuestras condiciones laborales o hacían despidos a la carta. No es casual que España sea uno de los países de la UE con mayores tasas de temporalidad y porcentaje de trabajadores pobres.

Luis de Guindos no exageró, la reforma laboral era “extremadamente agresiva”. Por eso hay que dejarla atrás. En 2014, Pedro Sánchez aseguró que “la primera medida que tomará el próximo Gobierno socialista será derogar la reforma laboral” y el pacto de gobierno entre PSOE y UP también lo recoge expresamente (“derogaremos la reforma laboral. Recuperaremos los derechos laborales arrebatados por la reforma laboral de 2012”). No hay excusas ni letra pequeña. Los compromisos están para cumplirlos, lo contrario es gasolina para la desafección política. El mayor disolvente democrático es el aumento de la pobreza y la desigualdad, y su acelerante es no cumplir con la palabra dada.