Hablamos de violencia en el trabajo

  • Tribuna de Gerardo L. Argüelles, Acción Sindical de CCOO de Asturias, en El Comercio, con motivo del Día Internacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo

25/04/2024.
Gerardo L. Argüelles

Gerardo L. Argüelles

Agresiones al personal en centros educativos, sanitarios y residencias de mayores, en servicios de atención al público; intimidación, amenazas y violencia psicológica en las empresas; acoso sexual y por razón de sexo, “tecnoestrés”... La violencia en el trabajo, en sus distintas manifestaciones, es un riesgo que se ha ido extendiendo en los últimos años y que se ha consolidado como un  problema importante en muchos sectores.

La Inspección de Trabajo la persigue desde 2009, a través de un criterio técnico específico de acoso y violencia. Pero no es algo tan conocido ni reconocido. Y tampoco es fácil muchas veces detectarlo, aunque sea bastante más común de lo que parece. Por eso CCOO de Asturias dedica a este tema la jornada que celebraremos en Oviedo con motivo del Día Internacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo, y en la que escucharemos ponencias de personas expertas, intervenciones sindicales y testimonios de experiencias sufridas.

Indudablemente, la violencia en el trabajo tiene importantes repercusiones en la salud de las personas que lo sufren: desde lesiones físicas hasta problemas psicológicos, que pueden llegar a ser graves, y que no se quedan en el trabajo, puesto que afectan también a la vida familiar y social, además de la vida laboral.

La Organización Mundial de la Salud reconoce que la salud laboral, el bienestar físico y mental de la clase trabajadora, se han visto empañados por la normalización de un clima laboral “violento”. Tanto la OMS como la Organización Internacional del Trabajo consideran que no se trata de un problema individual y aislado, sino estructural, que atraviesa fronteras, contextos laborales y grupos profesionales, y acaba siendo una fuente importante de desigualdad, discriminación y conflicto en el trabajo. Es decir, un problema de derechos laborales y derechos humanos.

La Encuesta Europea de Condiciones de Trabajo 2021 se hace eco de estas situaciones de acoso, violencia y discriminación, aportando algunos datos reveladores de nuestro país. Por ejemplo, que el 8,5% de las  mujeres sufre conductas violentas (frente al 4,8% de los hombres) y que todas las víctimas de “atención sexual no deseada” son mujeres. O que el 6,6% de las personas encuestadas manifiestan haber sido sometidas a ofensas verbales o amenazas. 

El Departamento de Salud Laboral de CCOO de Asturias lleva mucho tiempo constatando hasta qué punto los entornos laborales han asumido una violencia estructural heredada de organizaciones del trabajo y estilos de mando autoritarios. A todo ello habría que añadir los efectos nocivos de una precariedad galopante, fruto de políticas neoliberales que han desregularizado el mundo del trabajo, deteriorando gravemente las condiciones laborales.

Esa violencia estructural adquiere su máxima intensidad cuando se materializa en casos concretos, en personas que sufren acoso moral, acoso sexual o acoso por razón de sexo, en situaciones que a veces se cronifican y terminan pasando factura seriamente a la salud.

A estas habría que añadir nuevas formas de acoso, en ocasiones más sutiles, como las derivadas de la violencia tecnológica, que ya se han definido con el término de “tecnoestrés”. Porque es indudable que la irrupción y extensión de la tecnología sin la necesaria adaptación de las personas trabajadoras, así como el uso de las tecnologías como mecanismo de control, y la imposibilidad se desconexión… han deshumanizado el trabajo.

Hemos vivido mucho tiempo sin cuestionar toda esa violencia estructural normalizada y, desgraciadamente, los factores de riesgo siguen sin gestionarse ni atajarse desde la prevención. La ausencia de evaluaciones de riesgos es la mayor evidencia. Pocas empresas las hacen. 

Y estamos ante un problema de salud laboral que requiere también adoptar las medidas necesarias para resolver las deficiencias de la organización del trabajo, donde está en muchos casos la raíz de estos riesgos de violencia. Y cuando hablamos de deficiencias hablamos de inseguridad en las condiciones de trabajo, temporalidad, distribución irregular de la jornada, salarios indecentes… o falta de definición de objetivos y responsabilidades. También de la competitividad mal entendida y extendida que nos empuja a explotarnos más para que los empresarios obtengan mayores beneficios. Por eso es importante que la formación llegue no solo a las personas trabajadoras, sino también a los cargos directivos y encargados, porque la calidad del liderazgo es fundamental.

En Asturias hubo que esperar al plan de Salud, Seguridad y Medio Ambiente del Principado 2022-2027 para situarlo como uno de los objetivos estratégicos en la prevención de riesgos psicosociales, destinando una de las líneas de actuación a los protocolos ante situaciones de violencia interna en el trabajo. También el Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos Laborales ha elaborado una guía, haciéndose eco de la necesidad de desarrollar una herramienta para gestionarlo de forma adecuada.

Desde CCOO creemos que es el momento de visualizar y abordar preventivamente las situaciones de violencia laboral interna. No actuar desde la prevención de riesgos, en fases tempranas, puede acabar generando entornos laborales tóxicos y alimentando comportamientos violentos en un clima de impunidad para los agresores y de indefensión para las víctimas, con el consiguiente deterioro de la salud para las personas que lo sufren.