7 de octubre y el trabajo decente

  • Tribuna de José Manuel Zapico, secretaría general de CCOO de Asturias, en "El Comercio"

Trabajo estable, con derechos y protección, condiciones justas de salario y empleo, en entornos seguros, con igualdad entre mujeres y hombres, sin violencias ni acoso, negociación colectiva y libertad sindical. ¿Es mucho pedir? Porque eso es lo que la OIT considera “trabajo decente”.

07/10/2021.
Tribuna de El Comercio sobre el Trabajo Decente

Tribuna de El Comercio sobre el Trabajo Decente

Lo deseable es que estuviera extendido, pero no es así. Y por eso el 7 de octubre se celebra, desde 2008, la Jornada Mundial por el Trabajo Decente promovida por la Confederación Sindical Internacional. Para recordar el abismo que hay entre realidad y deseo: millones de personas en el mundo están privadas de empleo o no salen de la pobreza aun teniéndolo, atrapadas entre el paro y la precariedad. España, sin ir más lejos, es el segundo país de la UE (solo superado por Rumania) con más trabajadores y trabajadoras pobres.

Asturias tampoco es una excepción: con más de 64.000 personas sin empleo, casi la mitad son de larga duración; el paro juvenil por las nubes y la mayor brecha salarial del país. 

La radiografía es aún más preocupante porque el empleo que se crea es temporal y precario (en los ocho primeros meses del año se firmaron diez veces más contratos temporales que indefinidos), así que la recuperación tiene los pies de barro.

El resumen es evidente: paro y precariedad son una combinación tóxica que empuja a la pobreza a casi tres de cada diez asturianos y asturianas. También es una bomba de relojería porque, dentro de unos años, esos contratos basura traerán pensiones de hojalata.

Es evidente que la situación podría ser más dramática si no hubiéramos conseguido articular un escudo social, con los ERTE como punta de lanza, para afrontar esta crisis. Proteger el empleo y a las familias trabajadoras ha sido la principal prioridad para nuestro sindicato. 

Con todo, estas medidas no son suficientes. El reto es conseguir que la recuperación sea sólida e inclusiva, una oportunidad para corregir desigualdades y afrontar las transformaciones postergadas permanentemente. Para lograrlo es clave gestionar con inteligencia los fondos europeos y movilizar adecuadamente la inversión pública.

Hemos comprobado en carne propia que no tener política industrial se paga, ¡y muy caro! Ahora podemos corregir el error y articular una estrategia capaz de aprovechar nuestras fortalezas de la mano de la tecnología y la innovación. 

La infraestructura más importante para el futuro se llama educación, que nadie tenga la menor duda. Y ahí hay mucho trabajo pendiente para impulsar la FP Dual con contrato (y dar respuesta a las necesidades de una formación que tendrá que ser permanente) o reforzar la Universidad. 

Y para lograr todo esto no podemos seguir relegando a la mitad de la sociedad: las mujeres no deben verse condenadas a los sectores más precarios o estar atadas de pies y manos por un modelo de cuidados que recae casi en exclusiva sobre sus espaldas.

Tampoco habrá recuperación si la patronal no está a la altura de las circunstancias. Es intolerable que en Asturias sectores como la hostelería lleven siete años con salarios congelados porque la patronal bloquea el convenio. Y no son los únicos. FADE debe mover ficha y evitar que el inmovilismo y la avaricia sean su tarjeta de presentación. 

En los próximos meses comprobaremos hasta dónde llega su compromiso con la recuperación. Vamos a ver si al igual que piden ayudas públicas a dos manos, en esta ocasión sacan los convenios del congelador, y la mano del bolsillo, para subir los salarios.

El Gobierno tiene que seguir dando pasos en la dirección correcta: es ineludible revertir los aspectos lesivos de las reformas laborales, dar continuidad a la subida del SMI, blindar definitivamente el sistema público de pensiones (una de las mayores garantías de justicia y equidad para cualquier democracia) o acabar con el fraude en la contratación, por poner solo algunos ejemplos.

¿Qué país estamos dejando a quienes vienen si lo mejor que les ofrecemos es un contrato por 3 meses? ¿Desde cuándo hemos normalizado que haya tantas familias que no puedan hacer frente a gastos imprevistos, pero tan necesarios, como que se estropee el frigorífico o ir a una clínica dental? No hay una vida digna si no tenemos un empleo decente en el que sustentarla. El empleo decente no puede ser una utopía, y tampoco un privilegio.