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Fábrica de Armas de La Vega. Un regalo sin contenido

  • Tribuna de Toño Huerta, geógrafo y director de la Fundación Juan Muñiz Zapico de CCOO de Asturias, en "La Nueva España"

10/01/2024.
Tribuna de Toño Huerta

Tribuna de Toño Huerta

Hace unos días se firmaba el convenio para “la reordenación urbanística y puesta en valor de la fábrica de armas de La Vega”, primer paso para el desarrollo del Protocolo General de Actuación firmado entre las partes en julio de 2022 –Ministerio de Defensa, Principado de Asturias y Ayuntamiento de Oviedo–. Dadas las fechas en las que estamos, podríamos compararlo con un regalo que, envuelto en un papel barato, se encuentra una caja vacía.

Siempre me ha hecho rechinar los dientes eso de “la puesta en valor”; ¿acaso un conjunto histórico-industrial como La Vega no tiene valor por sí mismo? Aún recordamos esas infografías donde aparecía una carretera atravesando la nave de cañones diseñada por Sánchez del Río o la torre llamada a ser un “elemento singular”, cuando la singularidad reside, precisamente, en el conjunto que forma La Vega. Cualquier actuación encaminada a mutilarlo o a segregar espacios, como se plantean en el convenio, es un grave error. La destrucción del patrimonio para ganar grandes espacios fue una práctica propia de los planes de ordenación del siglo pasado que no se entienden en el actual, cuando la tendencia es incluir dentro de la ordenación territorial el binomio naturaleza y cultura. Y también una participación ciudadana, efectiva y real, siguiendo los criterios marcados por los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Aunque la sociedad, en general, se ha quedado al margen de este problema, muchos de los cambios realizados desde la aparición del primer borrador del protocolo fueron gracias a la presión ciudadana. Aún es muy necesaria la pedagogía para hacer ver que el desarrollo pasa por no destruir nuestra memoria colectiva y reutilizar esos espacios con criterios de sostenibilidad y resiliencia.

A pesar de que se han ido realizando diversas actividades, desde su cierre en 2012 el deterioro es manifiesto, en parte debido a la pasividad de un Ayuntamiento que no ha exigido a la propiedad el deber de mantenimiento. Aún así, sigue siendo un espacio único en España, con una arquitectura que narra el desarrollo industrial del último siglo y medio; una trama urbana con 42.000m2 de zonas verdes que, una vez derribados los muros, se integraría a la perfección en la ciudad. Y sin embargo se plantean derribos de elementos que podrían ser perfectamente reutilizables para muy diversos fines. Se proyecta partir el conjunto mediante una carretera de acceso a la ciudad, cuando estudios de movilidad apuntan a que sería plausible eliminar el tráfico de esta zona, enlazando mediante una zona verde La Vega con Santuyano, además de que construir ese nuevo vial implicaría modificar el PGOU, ya que el actual, paradójicamente, establece que el recinto fabril es un conjunto indivisible, en lo que también se reitera el convenio cuando habla del mismo como “conjunto”. Un papel endeble para este regalo. Y entre tanto, los responsables autonómicos en materia de Patrimonio Cultural no dan el paso definitivo para incoar el expediente de protección de este espacio, ni siquiera para iniciar una labor de catalogación previa. Sin olvidar el necesario estudio arqueológico que, sin duda, hará que se tengan que revisar muchos de los puntos pactados y que enlazaría con la historia de la monarquía asturiana y el prerrománico en un discurso histórico de más de un milenio.

Otro problema es la carencia de contenidos. A veces las comparaciones, lejos de ser odiosas, son necesarias, por lo que invitamos a mirar hacia la fábrica de armas de A Coruña. A iniciativa de la Universidad de Coruña y el Clúster TIC de Galicia, y con el apoyo de la Xunta, la Diputación y el Ayuntamiento, se presentó un proyecto de Ciudad de las TIC al Ministerio de Defensa; en 2020 la Universidad de Coruña firmó con Defensa una cesión del recinto fabril por un periodo de 25 años, prorrogable otros 25, con un canon anual de 262.000€ y opción a compra. Mientras, aquí se perdieron años debatiendo sobre la titularidad del recinto; esporádicamente se anuncian ideas aisladas sin un proyecto detrás, y ese es el problema, el no tener un plan a largo plazo, dejando atrás la lacra del cortoplacismo. Y también superando los localismos, pues una ordenación y un desarrollo de un ámbito como La Vega debe entenderse con un carácter metropolitano. Nosotros siempre apostamos por un espacio multifuncional, con industria de alto valor añadido, cultura, ocio, equipamientos y vivienda, pero con una baja densidad y pública, no una masificación como la planteada que, al final, volverá a segregar este espacio; con ello se conseguiría darle vida las 24 horas e integrarlo definitivamente en la trama urbana.

Aún estamos a tiempo de no cometer un nuevo error con la memoria industrial de Oviedo ni con el desarrollo urbano, de no convertir un espacio único como La Vega en una simple entrada a la ciudad. Tenemos aún años para hacer las cosas bien, elaborar un plan a largo plazo en el que, además de las administraciones, esté la ciudadanía. Ese debería ser nuestro objetivo sostenible.