¿De qué brechas hablamos?

  • Tribuna de Úrsula Szalata, Igualdad de CCOO de Asturias, en "El Comercio"

22/02/2024.
Úrsula Szalata sobre brecha salarial

Úrsula Szalata sobre brecha salarial

Aunque ha disminuido -en buena medida gracias a políticas clave que hemos impulsado desde Comisiones Obreras, como la subida del salario mínimo, la reforma laboral o el V AENC- la brecha salarial sigue ahí. Y en Asturias se ve mejor, porque es bastante más alta. Hoy, 22 de febrero, se celebra el Día de la Igualdad Salarial.

Las propuestas defendidas por el sindicato en las mesas de diálogo social y en las empresas han hecho posible que se redujera progresivamente en nuestro país, hasta situarse en el 18,5%, según recoge el informe que acaba de elaborar CCOO. Pese a ser el porcentaje más bajo de los quince últimos años, refleja que aún queda mucho por hacer. Por eso vamos a seguir presentando propuestas que erradiquen de una vez por todas esta desigualdad.

Básicamente, la desigualdad salarial es el resultado de la discriminación laboral que sufrimos en nuestra inserción y trayectoria en el mercado de trabajo, que a su vez tiene su origen en la asignación de unos roles diferenciados por géneros que adscriben a las mujeres casi en exclusiva a las tareas domésticas y de cuidados. El informe del sindicato concreta hasta qué punto.

Para empezar, la brecha en la tasa de actividad asciende a casi 10 puntos (54,7% en mujeres, 64,4% en hombres) y se explica en gran medida por los cuidados. Sin su impacto, la brecha en la tasa de actividad entre hombres y mujeres prácticamente desaparecería.

Por otra parte, las mujeres suponen el 75% de la población asalariada a jornada parcial, mayormente indeseada (y entre los motivos predominan el cuidado de personas y otras obligaciones familiares). La proporción de mujeres trabajadoras a tiempo parcial por motivos de cuidados es 12 veces mayor que entre los hombres. Si las mujeres asalariadas trabajaran a jornada completa con la misma intensidad que ellos se eliminaría el 70% de la brecha salarial de género. Las mujeres soportan además una tasa de temporalidad en el empleo (19,6%) superior a la de los hombres (15,1%).

A ello habría que añadir los complementos salariales, responsables del 39,4% de la brecha. En unos casos, otorgados con criterios discrecionales, sobre todo en puestos directivos, y que benefician menos a las mujeres; y en otros porque retribuyen aspectos que benefician más a los hombres, algo que deben corregir los planes de igualdad en las empresas mediante la correcta valoración de los puestos de trabajo. Por otra parte, las mujeres mantenemos una mayor presencia en los sectores de actividad con menores salarios. 

Y así llegamos a los ingresos: en España el salario medio anual se situaba en 2022 en 27.642 euros entre los hombres y 23.301 entre las mujeres. Eso supone que el de las mujeres tendría que aumentar un 18,6% para igualar el de los hombres. Y hay más brechas: la brecha en la prestación por desempleo es del 16%;  la de las pensiones, del 48%. Demasiadas brechas, y demasiado grandes.

Desde hace años, venimos advirtiendo que si se quiere ir a la raíz del problema hay que actuar sobre las causas estructurales que lo originan: principalmente una división sexual del trabajo que adjudica, casi en solitario, la responsabilidad de los cuidados a las mujeres, tengan o no empleo. 

Así las cosas, solo cabe apostar por la redistribución de los cuidados, es decir, por la corresponsabilidad. Una corresponsabilidad que apela a los hombres, que deben exigir y ejercer su derecho a cuidar; a las empresas, para que negocien medidas que permitan el reparto de las obligaciones; y al Estado, para que invierta en recursos y servicios públicos que cubran ese trabajo no pagado que hasta ahora venimos haciendo las mujeres. Necesitamos un reparto del trabajo asalariado, y del doméstico y de cuidados.

En Asturias vamos a llevar a la concertación un Pacto Social de Cuidados, que incluye políticas de conciliación (escuelas de 0 a 3 públicas y gratuitas, ampliación de los comedores escolares y más planes de igualdad en las empresas, entre otras); mejorar los centros de día, las residencias para mayores, la atención a la dependencia y la discapacidad, y la ayuda domiciliaria; el fomento de la corresponsabilidad, dignificando las tareas de cuidados profesionales; y la extensión del empleo digno e igualitario.

Con ello, se hará justicia con las mujeres y toda la sociedad saldrá ganando.