El trabajo no debería costarnos la vida

  • J. M. S. Baragaño (Salud Laboral de CCOO de Asturias) en "La Nueva España"

La precariedad laboral, la falta de prevención en las empresas y el incumplimiento de la normativa provocan enfermedad y muerte. El trabajo no debería costarnos la vida, pero las cifras de la siniestralidad producen escalofríos: el pasado año fallecieron en nuestro país 796 personas en el trabajo, 21 de ellas en Asturias, un 10,4% más que el año precedente. Son cifras inasumibles. Porque acudimos al trabajo a ganarnos la vida, no a perderla. Y la siniestralidad no es una maldición: tiene causas y responsables. 

28/04/2025.
28 Abril

28 Abril

En este 28 de abril, Día Internacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo volveremos a las calles en todo el país -en Oviedo la manifestación partirá a las 12:30 desde la Consejería de Derechos Sociales- para exigir a las empresas el cumplimiento de la normativa en materia de prevención de riesgos laborales y la urgente necesidad de adaptar la legislación a los nuevos retos del mundo del trabajo, porque el sistema preventivo español está fracasando.

Resulta intolerable que en el siglo XXI un 44% de las muertes por accidentes en jornada de trabajo en España -como recoge un reciente informe de CCOO- sigan produciéndose por riesgos clásicos de seguridad, como golpes, caídas en altura o atrapamientos, que pueden evitarse con medidas preventivas muy básicas. Por otra parte, en el 36% de los partes por accidente de trabajo con baja en jornada no se había evaluado el puesto, una obligación desde 1996, con lo cual estaríamos ante un incumplimiento legal intolerable y ante un déficit notorio del sistema preventivo.

Y la siniestralidad es también una cuestión de clase, porque las incidencias que sufren las ocupaciones manuales y peor remuneradas son muchísimo más altas que aquellas ocupaciones asociadas a la dirección.

Igualmente grave es la falta de reconocimiento de las enfermedades de origen laboral. Y lo que no se registra, ni existe ni se previene. El caso más doloroso es el de las producidas por agentes cancerígenos: en 2024 solo se reconocieron 106, cuando se estiman más de 16.000 nuevos casos anuales de cáncer laboral y más de 6.000 muertes por este motivo en nuestro país. 

También resulta alarmante que en la práctica los daños a la salud mental no se registren como contingencia profesional en España, mientras la evidencia científica constata la estrecha relación entre condiciones de trabajo (alta exigencia, inseguridad laboral...) y la salud mental. La depresión se ha convertido de hecho en la principal causa mundial de discapacidad para ejercer las funciones laborales, y en nuestro país la primera causa de siniestralidad mortal ya son las patologías no traumáticas. Los datos en Asturias no pueden ser más esclarecedores: entre 2016 y 2024 las bajas laborales por salud mental aumentaron un 44%.

Por todo ello, ante el 28 de abril, desde CCOO exigimos, entre otras medidas, una mejora real de las condiciones de trabajo y del sistema preventivo; abordar con decisión la epidemia de la salud mental y legislar específicamente sobre la prevención de riesgos psicosociales; acometer cambios en la definición de enfermedad profesional y en su sistema de notificación y registro para que deje de depender de las mismas Mutuas obligadas a la reparación del daño; planes de movilidad sostenible para reducir los desplazamientos al trabajo en vehículo propio y reducir los accidentes in itinere; potenciar la Inspección de Trabajo; la creación de juzgados especializados en seguridad y salud en el trabajo; y que las empresas con sanciones firmes por incumplimientos graves no puedan contratar con la Administración ni recibir ayudas públicas. 

En Asturies, a raíz de la escalada de la siniestralidad mortal que sufrimos el pasado año, y que nos llevó a promover una campaña de protesta que culminaría con la manifestación el 30 de octubre en Gijón, se logró la aprobación de un ambicioso plan de choque contra la siniestralidad laboral por parte de la Junta Rectora del Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos Laborales. Un plan que hay que aplicar hasta sus últimas consecuencias para lograr el objetivo de vencer de una vez a la siniestralidad. No queremos más muertes en el trabajo ni más familias rotas.